martes, 17 de noviembre de 2015

FIRMA DE LIBRETAS:

Lunes 21/12 a las 11hrs 
aula SG 04

En cuanto cerremos las notas con Magdalena se las haremos llegar por mail a cada uno. 

Saludos, fue  una experiencia muy enriquecedora para nosotras
tenerlos en la comisión.

Magdalena y Alicia


martes, 27 de octubre de 2015

Cronograma de entregas:

Jueves 3 de noviembre: todos deben traer un tramo del capítulo de la novela que harán para leer en clase. Deben traer dos copias, una para la profesora y otras para que Uds. lo lean.

Jueves 10 de noviembre: se entrega vía mail el dossier completo para posibilitar una rápida corrección en caso de que sea necesaria una reescritura. (ese día no vienen al práctico)
Componentes de la entrega:

  1. Titulo de la novela
  2. Argumento
  3. Capítulos con títulos y sinopsis
  4. Perfil del personaje central
  5. Desarrollo del capítulo elegido
  6. DIARIO DE ESCRITO
Jueves 17 se presentan en el práctico solo aquellos que han tenido que reescribir, con la escritura, que será leída en el momento y evaluada para poder cerrar la cursada.

Wlash y el policial

Variaciones Wlash, programa de la TV pública sobre los relatos de Variaciones en rojo de R. Walsh.

Este es el link para ver el primer cuento: http://www.tvpublica.com.ar/articulo/episodio-1-la-aventura-de-las-pruebas-de-imprenta/

martes, 29 de septiembre de 2015

Condiciones para la consigna del práctico del 6 de octubre

La consigna 6  se irá realizando de manera parcial. De modo que para el próximo práctico deben traer por escrito para socializar en clase y discutir:
1. El argumento defnitivo de la novela que harán.
2. El género en el que la inscriben.
3. El tipo de narrador que usarán.
4. Un perfil del personaje central (clase social, estudios, trabajo, características de personalidad, conflictos, gustos, obsesiones, relaciones con la realidad y los otros, etc.)
5. Tiempo y espacio en el que va a transcurrir la acción.

Todo aquel trabajo que no se haya entregado en la segunda fecha, debe ser entregado de todos modos pero ya no tendrá nota. .

lunes, 28 de septiembre de 2015

Consigna número 6 para martes 6 de octubre

Construir el personaje de la futura novela en función de:
a.       
  •    El género que se elegirá (autoficción biográfica; policial).

  •       Construir el perfil de un personaje singular con un conflicto latente que repercuta o modifique la perspectiva sobre los sucesos o el desarrollo de los sucesos.

  •      Narrar su biografía.

  •       Insertarlo en un aquí –ahora, definiendo las categorías espaciotemporales en las que la acción se va a desarrollar. Buscar información sobre el espacio y el tiempo y consignarla. 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

clase práctica del 8 de septiembre: anuncios, contenidos y consignas dadas para el 15 y el 22 de septiembre

El martes 15 y el martes 22 no habrá prácticos porque no voy a estar en el país. De todos modos tienen tarea.

  • Leer a fondo La pesquisa de J.J. Saer
  • Llevar a cabo las siguientes consignas de escritura que deben ser envíadas por archivo a mi mail en las fechas fijadas (después no serán recibidas ni evaluadas como hechas ya que al no tener prácticos el tiempo asignado a las clases debe ser ocupado en realizarlas).
Consigna para ser enviada el 15 de septiembre: 


Consigna N°4: Hacer un informe sobre qué aspectos de la “ley del policial clásico de cuarto cerrado” se transgreden en La pesquisa. (3 personas por grupo).
Funci
Para llevar a cabo esta consigna tener en cuenta lo señalado respecto de "Los crímenes de la calle Morgue" de E. A. Poe, sobre la ley del policial clásico de cuarto cerrado.

Síntesis de la clase: 

Fundación del policial clásico: E. A Poe

«Los crímenes de la rue Morgue» 1841
«El misterio de Marie Roget» 1842

 « La carta robada» 1845

Condiciones de posibilidad del policial clásico:

vConcepción de la realidad: positivismo, universo cognoscible y dominable > lógico: causa efecto, ley de la probabilidad.
vModernidad burguesa y estética (contradictoria)
vLa ciudad:  multitud y anonimato / creación de los cuerpos policiales y dispositivos de control.
vOposición exterior (peligro, selva) e interior burgués (riqueza acumulada, huellas del individuo, lo privado).
vGénero literario: constructo idelógico para resolver las contradicciones y problemas del presente > s. XVIII: nobleza y pueblo, figura del Gran delincuente; SXIX: capital resguardado por quien lo posee (burguesía) y quien lo prodce (obreros) vs.  Delincuentes > moralización de costumbres.
vOcio burgués. Lectura entretenimiento que tranquiliza: los espacios no cubiertos por la policía (la mirada panóptica) los cubre el detective (la mirada microscópica) > juego de los cautos : temores burgueses, paranoia frente al  otro, el diferente, el asocial, la barbarie.tro, el diferente, el asocial, la barbarie.

Función del marco narrativo que precede al relato del crímen

vExplicar las características de un método indicial: arte, goce, ejercicio de análisis.
vConstruir el verosímil del relato:  relación narrador-Dupin, establecer fronteras del género (epígrafe), clima decadentista del relato (bordes ordinario-extraordinario).
vConstituir la figura del protagonista: el detective.

Mundo posible en el que es verósimil el relato de enigma

Hacia afuera de la serie del policial de enigma:
vSistema literario y otros discursos no literarios: novela gótica, cuentos de horror (lo sobrenatural, lo fantástico), discurso periodistico y discurso de las ciencias.
Hacia adentro del género policial de enigma
vCuento clásico (short history)  mecanismo de relojería > efecto final.
vCrimen > enigma por resolver > lo extraordinario explicable.
vEspacio cerrado > resorte > espacio abierto = método vuelve lógico lo inexplicable conjetura, abducción.
vPersonaje central: el detective: artista (decadentismo) –científico (mente racional, cartesiana)

El espacio y el tiempo en el policial clásico
vEspacio cerrado, laberíntico, secreto > método de interpretación > espacio abierto, lineal, obvio.
vDos temporalidades en cruce: historia y discurso.
1.Tiempo lineal del crimen: historia cerrada, acabada por revelar, qué.
2.Tiempo de la investigación, retrospectivo, fragmentado = tiempo de la escritura del relato marcado por el cómo.
_________________________________________________________________

Tarea para enviar el 22 de septiembre

Consigna N° 5:

Resumir las historias que se narran en La pesquisa, organizándolas en acá y allá, según el lugar en el que ocurran o sean narradas.  Hacer un esquema para su estructura narrativa a modo de matriz de escritura, tal como se hizo en clase con el cuento de Poe. 

Tarea pendiente el lunes 11 sin falta los que no entregaron el resumen del argumento policial resultante el enigma deben hacerlo.

Quienes decidan usar la matriz de escritura de la novela de Pablo Ramos deberán armar un argumnto de acuerdo al siguiente esquema narrativo y enviarlo:

“     Un personaje se encuentra en un lugar x, en el presente, llevando a cabo alguna acción con finalidad reparatoria, mientras realiza esa acción tienen una serie de retrospecciones (diferentes planos temporales) que lo conectan con el lugar en el que ha vivido pero al que debe volver imaginariamente para superar el conflicto que funciona como lastre de su pasado que contamina su presente y no le permite ver un futuro.  A la memoria personal se le suma la irrupción de pantallazos de la historia del país en el que transcurre la acción.” 

martes, 8 de septiembre de 2015

Consigna de trabajo sobre policial:
Se presenta un enigma que los alumnos en grupo deben resolver formulando 20 preguntas que solo puesen ser contestadas por sí o por no. Al llegar a las 20 pregnntas o al final del tiempo, con la información recabada deben armar un argumento de entre 600 y 800 palabras, llenando los espacios en blanco con su imaginación de acuerdo a las inferencias interetextuales que les permian realizar sus conocimientos sobre el género policial.

Enigma: . 
“ En una ciudad X sucede algo. Alguien esboza una hipótesis acerca de cómo sucedieron los hechos que resulta verdadera pero no cambia lo que sucede. Otro individuo esboza una teoría diferente que trae consecuencias.”

La resolución del enigma

La muerte y la brújula
(Artificios, 1944;
Ficciones, 1944)


A Mandie Molina Vedia

         De los muchos problemas que ejercitaron la temeraria perspicacia de Lönnrot, ninguno tan extraño —tan rigurosamente extraño, diremos— como la periódica serie de hechos de sangre que culminaron en la quinta de Triste-le-Roy, entre el interminable olor de los eucaliptos. Es verdad que Erik Lönnrot no logró impedir el último crimen, pero es indiscutible que lo previó. Tampoco adivinó la identidad del infausto asesino de Yarmolinsky, pero sí la secreta morfología de la malvada serie y la participación de Red Scharlach, cuyo segundo apodo es Scharlach el Dandy. Ese criminal (como tantos) había jurado por su honor la muerte de Lönnrot, pero éste nunca se dejó intimidar. Lönnrot se creía un puro razonador, un Auguste Dupin, pero algo de aventurero había en él y hasta de tahur.
         El primer crimen ocurrió en el Hôtel du Nord, ese alto prisma que domina el estuario cuyas aguas tienen el color del desierto. A esa torre (que muy notoriamente reúne la aborrecida blancura de un sanatorio, la numerada divisibilidad de una cárcel y la apariencia general de una casa mala) arribó el día tres de diciembre el delegado de Podólsk al Tercer Congreso Talmúdico, doctor Marcelo Yarmolinsky, hombre de barba gris y ojos grises. Nunca sabremos si el Hôtel du Nord le agradó: lo aceptó con la antigua resignación que le había permitido tolerar tres años de guerra en los Cárpatos y tres mil años de opresión y de pogroms. Le dieron un dormitorio en el piso R, frente a la suite que no sin esplendor ocupaba el Tetraca de Galilea. Yarmolinsky cenó, postergó para el día siguiente el examen de la desconocida ciudad, ordenó en un placard sus muchos libros y sus muy pocas prendas, y antes de medianoche apagó la luz. (Así lo declaró el chauffeur del Tetrarca, que dormía en la pieza contigua.) El cuatro, a las 11 y 3 minutos A.M., lo llamó por teléfono un redactor de la Yidische Zaitung; el doctor Yarmolinsky no respondió; lo hallaron en su pieza, ya levemente oscura la cara, casi desnudo bajo una gran capa anacrónica. Yacía no lejos de la puerta que daba al corredor; una puñalada profunda le había partido el pecho. Un par de horas después, en el mismo cuarto, entre periodistas, fotógrafos y gendarmes, el comisario Treviranus y Lönnrot debatían con serenidad el problema.
         —No hay que buscarle tres pies al gato —decía Treviranus, blandiendo un imperioso cigarro—. Todos sabemos que el Tetrarca de Galilea posee los mejores zafiros del mundo. Alguien, para robarlos, habrá penetrado aquí por error. Yarmolinsky se ha levantado; el ladrón ha tenido que matarlo. ¿Qué le parece?
         —Posible, pero no interesante —respondió Lönnrot—. Usted replicará que la realidad no tiene la menor obligación de ser interesante. Yo le replicaré que la realidad puede prescindir de esa obligación, pero no las hipótesis. En la que usted ha improvisado interviene copiosamente el azar. He aquí un rabino muerto; yo preferiría una explicación puramente rabínica, no los imaginarios percances de un imaginario ladrón.
         Treviranus repuso con mal humor:
         —No me interesan las explicaciones rabínicas; me interesa la captura del hombre que apuñaló a este desconocido.
         —No tan desconocido —corrigió Lönnrot —. Aquí están sus obras completas—. Indicó en el placard una fila de altos volúmenes; unaVindicación de la cábala; un Examen de la filosofía de Robert Fludd; una traducción literal del Sepher Yezirah; una Biografía del Baal Shem; unaHistoria de la secta de los Hasidim; una monografía (en alemán) sobre el Tetragrámaton; otra, sobre la nomenclatura divina del Pentateuco. El comisario los miró con temor, casi con repulsión. Luego, se echó a reír.
         —Soy un pobre cristiano —repuso—. Llévese todos esos mamotretos, si quiere; no tengo tiempo que perder en supersticiones judías.
         —Quizás este crimen pertenece a la historia de las supersticiones judías —murmuró Lönnrot.
         —Como el cristanismo —se atrevió a completar el redactor de la Yidische Zaitung. Era miope, ateo y muy tímido.
         Nadie le contestó. Uno de los agentes había encontrado en la pequeña máquina de escribir una hoja de papel con esta sentencia inconclusa

                  La primera letra del Nombre ha sido articulada.

         Lönnrot se abstuvo de sonreír. Bruscamente bibliófilo o hebraísta, ordenó que le hicieran un paquete con los libros del muerto y los llevó a su departamento. Indiferente a la investigación policial, se dedicó a estudiarlos. Un libro en octavo mayor le reveló las enseñanzas de Israel Baal Shem Tobh, fundador de la secta de los Piadosos; otro, las virtudes y terrores del Tetragrámaton, que es el inefable Nombre de Dios; otro, la tesis de que Dios tiene un nombre secreto, en el cual está compendiado (como en la esfera de cristal que los persas atribuyen a Alejandro de Macedonia), su noveno atributo, la eternidad, es decir, el conocimiento inmediato de todas las cosas que serán, que son y que han sido en el universo. La tradición enumera noventa y nueve nombres de Dios; los hebraístas atribuyen ese imperfecto número al mágico temor de las cifras pares; los Hasidim razonan que ese hiato señala un centésimo nombre. El Nombre Absoluto.
         De esa erudición lo distrajo, a los pocos días, la aparición del redactor de la Yidische Zaitung. Este quería hablar del asesinato; Lönnrot prefirió hablar de los diversos nombres de Dios; el periodista declaró en tres columnas que el investigador Erik Lönnrot se había dedicado a estudiar los nombres de Dios para dar con el nombre del asesino. Lönnrot, habituado a las simplificaciones del periodismo, no se indignó. Uno de esos tenderos que han descubierto que cualquier hombre se resigna a comprar cualquier libro, publicó una edición popular de la Historia de la secta de los Hasidim.
         El segundo crimen ocurrió la noche del tres de enero, en el más desamparado y vacío de los huecos suburbios occidentales de la capital. Hacia el amanecer, uno de los gendarmes que vigilan a caballo esas soledades vio en el umbral de una antigua pintorería un hombre emponchado, yacente. El duro rostro estaba como enmascarado de sangre; una puñalada profunda le había rajado el pecho. En la pared, sobre los rombos amarillos y rojos, había unas palabras en tiza. El gendarme las deletreó... Esa tarde, Treviranus y Lönnrot se dirigieron a la remota escena del crimen. A izquierda y derecha del automóvil, la ciudad se desintegraba; crecía el firmamento y ya importaban poco las casas y mucho un horno de ladrillos o un álamo. Llegaron a su pobre destino: un callejón final de tapias rosadas que parecían reflejar de algún modo la desaforada puesta de sol. El muerto ya había sido identificado. Era Daniel Simó Azevedo, hombre de alguna fama en los antiguos arrabales del Norte, que había ascendido de carrero a guapo electoral, para degenerar después en ladrón y hasta en delator. (El singular estilo de su muerte les pareció adecuado: Azevedo era el último representante de una generación de bandidos que sabía el manejo del puñal, pero no del revólver.) Las palabras en tiza eran las siguientes:

                  La segunda letra del Nombre ha sido articulada.

         El tercer crimen ocurrió la noche del tres de febrero. Poco antes de la una, el teléfono resonó en la oficina del comisario Treviranus. Con ávido sigilo, habló un hombre de voz gutural; dijo que se llamaba Ginzberg (o Ginsburg), y que estaba dispuesto a comunicar, por una remuneración razonable, los hechos de los dos sacrificios de Azevedo y Yarmolinsky. Una discordia de silbidos y de cornetas ahogó la voz del delator. Después, la comunicación se cortó. Sin rechazar la posibilidad de una broma (al fin, estaban en carnaval), Treviranus indagó que le habían hablado desde el Liverpool House, taberna de la Rue de Toulon —esa calle salobre en la que conviven el cosmorama y la lechería, el burdel y los vendedores de biblias. Treviranus habló con el patrón. Este (Black Finnegan, antiguo criminal irlandés, abrumado y casi anulado por la decencia) le dijo que la última persona que había empleado el teléfono de la casa era un inquilino, un tal Gryphius, que acababa de salir con unos amigos. Treviranus fue enseguida al Liverpool House. El patrón le comunicó lo siguiente: Hace ocho días, Gryphius había tomado pieza en los altos del bar. Era un hombre de rasgos afilados, de nebulosa barba gris, trajeado pobremente de negro; Finnegan (que destinaba esa habitación a un empleo que Treviranus adivinó) le pidió un alquiler sin duda excesivo; Gryphius inmediatamente pagó la suma estipulada. No salía casi nunca; cenaba y almorzaba en su cuarto; apenas si le conocían la cara en el bar. Esa noche, bajó a telefonear al despacho de Finnegan. Un cupé cerrado se detuvo ante la taberna. El cochero no se movió del pescante; algunos parroquianos recordaron que tenía máscara de oso. Del cupé bajaron dos arlequines; eran de reducida estatura y nadie pudo no observar que estaban muy borrachos. Entre balidos de cornetas, irrumpieron en el escritorio de Finnegan; abrazaron a Gryphius, que pareció reconocerlos, pero que les respondió con frialdad; cambiaron unas palabras en yiddish —él en voz baja, gutural, ellos con las voces falsas, agudas— y subieron a la pieza del fondo. Al cuarto de hora bajaron los tres, muy felices; Gryphius, tambaleante, parecía tan borracho como los otros. Iba, alto y vertiginoso, en el medio, entre los arlequines enmascarados. (Una de las mujeres del bar recordó los losanges amarillos, rojos y verdes.) Dos veces tropezó; dos veces lo sujetaron los arlequines. Rumbo a la dársena inmediata, de agua rectangular, los tres subieron al cupé y desaparecieron. Ya en el estribo del cupé, el último arlequín garabateó una figura obscena y una sentencia en una de las pizarras de la recova.
         Treviranus vio la sentencia. Era casi previsible; decía:

                  La última de las letras del Nombre ha sido articulada.

         Examinó, después, la piecita de Gryphius—Ginzberg. Había en el suelo una brusca estrella de sangre; en los rincones, restos de cigarrillo de marca húngara; en un armario, un libro en latín —el Philologus hebraeograecus(1739), de Leusden— con varias notas manuscritas. Treviranus lo miró con indignación e hizo buscar a Lönnrot. Este, sin sacarse el sombrero, se puso a leer, mientras el comisario interrogaba a los contradictorios testigos del secuestro posible. A las cuatro salieron. En la torcida Rue de Toulon, cuando pisaban las serpentinas muertas del alba, Treviranus dijo:
         —¿Y si la historia de esta noche fuera un simulacro?
         Erik Lönnrot sonrió y le leyó con toda gravedad un pasaje (que estaba subrayado) de la disertación trigésima tercera del Philologus: Dies Judaeorum incipit a solis occasu usque ad solis occasum diei sequentis. Esto quiere decir —agregó—, El día hebreo empieza al anochecer y dura hasta el siguiente anochecer.
         El otro ensayó una ironía.
         —¿Ese dato es el más valioso que usted ha recogido esta noche?
         —No. Más valiosa es una palabra que dijo Ginzberg.
         Los diarios de la tarde no descuidaron esas desapariciones periódicas. La Cruz de la Espada las contrastó con la admirable disciplina y el orden del último Congreso Eremítico; Erns Palast, en El Mártir, reprobó “las demoras intolerables de un pogrom clandestino y frugal, que ha necesitado tres meses para liquidar tres judíos”; la Yidische Zaitung rechazó la hipótesis horrorosa de un complot antisemita, “aunque muchos espíritus penetrantes no admiten otra solución del triple misterio”; el más ilustre de los pistoleros del Sur, Dandy Red Scharlach, juró que en su distrito nunca se producirían crímenes de ésos y acusó de culpable negligencia al comisario Franz Treviranus.
         Este recibió, la noche del primero de marzo, un imponente sobre sellado. Lo abrió: el sobre contenía una carta firmada Baruj Spinoza y un minucioso plano de la ciudad, arrancado notoriamente de un Baedeker. La carta profetizaba que el tres de marzo no habría un cuarto crimen, pues la pinturería del Oeste, la taberna de la Rue de Toulon y el Hôtel du Nord eran “los vértices perfectos de un triángulo equilátero y místico”; el plano demostraba en tinta roja la regularidad de ese triángulo. Treviranus leyó con resignación ese argumento more geometrico y mandó la carta y el plano a casa de Lönnrot, indiscutible merecedor de tales locuras.
         Erik Lönnrot las estudió. Los tres lugares, en efecto, eran equidistantes. Simetría en el tiempo (3 de diciembre, 3 de enero, 3 de febrero); simetría en el espacio también... Sintió, de pronto, que estaba por descifrar el misterio. Un compás y una brújula completaron esa brusca intuición. Sonrió, pronunció la palabra Tetragrámaton (de adquisición reciente) y llamó por teléfono al comisario. Le dijo:
         —Gracias por ese triángulo equilátero que usted anoche me mandó. Me ha permitido resolver el problema. Mañana viernes los criminales estarán en la cárcel; podemos estar muy tranquilos.
         —Entonces, ¿no planean un cuarto crimen?
         —Precisamente, porque planean un cuarto crimen, podemos estar muy tranquilos.
         —Lönnrot colgó el tubo. Una hora después, viajaba en un tren de los Ferrocarriles Australes, rumbo a la quinta abandonada de Triste-le-Roy. Al sur de la ciudad de mi cuento fluye un ciego riachuelo de aguas barrosas, infamado de curtiembres y de basuras. Del otro lado hay un suburbio donde, al amparo de un caudillo barcelonés, medran los pistoleros. Lönnrot sonrió al pensar que el más afamado —Red Scharlach— hubiera dado cualquier cosa por conocer su clandestina visita. Azevedo fue compañero de Scharlach; Lönnrot consideró la remota posibilidad de que la cuarta víctima fuera Scharlach. Después, la desechó... Virtualmente, había descifrado el problema; las meras circunstancias, la realidad (nombres, arrestos, caras, trámites judiciales y carcelarios) apenas le interesaban ahora. Quería pasear, quería descansar de tres meses de sedentaria investigación. Reflexionó que la explicación de los crímenes estaba en un triángulo anónimo y en una polvorienta palabra griega. El misterio casi le pareció cristalino; se abochornó de haberle dedicado cien días.
         El tren paró en una silenciosa estación de cargas. Lönnrot bajó. El aire de la turbia llanura era húmedo y frío. Lönnrot echó a andar por el campo. Vio perros, vio un furgón en una vía muerta, vio el horizonte, vio un caballo plateado que bebía del agua crapulosa de un charco. Oscurecía cuando vio el mirador rectangular de la quinta de Triste-le-Roy, casi tan alto como los negros eucaliptos que lo rodeaban. Pensó que apenas un amanecer y un ocaso (un viejo resplandor en el oriente y otro en el occidente) lo separaban de la hora anhelada por los buscadores del Nombre.
         Una herrumbrada verja definía el perímetro irregular de la quinta. El portón principal estaba cerrado. Lönnrot, sin mucha esperanza de entrar, dio toda la vuelta. De nuevo ante el porton infranqueable, metió la mano entre los barrotes, casi maquinalmente, y dio con el pasador. El chirrido del hierro lo sorprendió. Con una pasividad laboriosa, el portón entero cedió.
         Lönnrot avanzó entre los eucaliptos, pisando confundidas generaciones de rotas hojas rígidas. Vista de cerca, la casa de la quinta de Triste-le-Roy abundaba en inútiles simetrías y en repeticiones maniáticas: a una Diana glacial en un nicho lóbrego correspondía en un segundo nicho otra Diana; un balcón se reflejaba en otro balcón; dobles escalinatas se abrían en doble balaustrada. Lönnrot rodeó la casa como había rodeado la quinta. Todo lo examinó: bajo el nivel de la terraza vio una estrecha persiana.
         La empujó: unos pocos escalones de mármol descendían a un sotano. Lönnrot, que ya intuía las preferencias del arquitecto, adivino que en el opuesto muro del sótano había otros escalones. Los encontró, subió, alzó las manos y abrió la trampa de salida.
         Un resplandor lo guió a una ventana. La abrió: una luna amarilla y circular definía en el triste jardín dos fuentes cegadas. Lönnrot exploró la casa. Por ante comedores y galerías salió a patios iguales y repetidas veces al mismo patio. Subió por escaleras polvorientas a antecámaras circulares; infinitamente se multiplicó en espejos opuestos; se cansó de abrir o entreabrir ventanas que le revelaban, afuera, el mismo desolado jardín desde varias alturas y varios ángulos; adentro, muebles con fundas amarillas y arañas embaladas en tarlatán. un dormitorio lo detuvo; en ese dormitorio, una sola flor en una copa de porcelana; al primer roce los pétalos antiguos se deshicieron. En el segundo piso, en el último, la casa le pareció infinita y creciente. La casa no es tan grande, pensó. La agrandan la penumbra, la simetría, los espejos, los muchos años, mi desconocimiento, la soledad.
         Por una escalera espiral llegó al mirador. La luna de esa tarde atravesaba los losanges de las ventanas; eran amarillos, rojos y verdes. Lo detuvo un recuerdo asombrado y vertiginoso. Dos hombres de pequeña estatura, feroces y fornidos, se arrojaron sobre él y lo desarmaron; otro, muy alto, lo saludó con gravedad y le dijo:
         —Usted es muy amable. Nos ha ahorrado una noche y un día.
         Era Red Scharlach. Los hombres maniataron a Lönnrot. Este, al fin, encontró su voz.
         —Scharlach, ¿usted busca el Nombre Secreto?
         Scharlach seguía de pie, indiferente. No había participado en la breve lucha, apenas si alargó la mano para recibir el revólver de Lönnrot. Habló; Lönnrot oyó en su voz una fatigada victoria, un odio del tamaño del universo, una tristeza no menor que aquel odio.
         —No —dijo Scharlach—. Busco algo más efímero y deleznable, busco a Erik Lönnrot. Hace tres años, en un garito de la Rue de Toulon, usted mismo arrestó e hizo encarcelar a mi hermano. En un cupé, mis hombres me sacaron del tiroteo con una bala policial en el vientre. Nueve días y nueve noches agonicé en esta desolada quinta simétrica; me arrasaba la fiebre, el odioso Jano bifronte que mira los ocasos y las auroras daban horror a mi ensueño y a mi vigilia. Llegué a abominar de mi cuerpo, llegué a sentir que dos ojos, dos manos, dos pulmones, son tan mostruosos como dos caras. Un irlandés trató de convertirme a la fe de Jesús; me repetía la sentencia de los goim: Todos los caminos llevan a Roma. De noche, mi delirio se alimentaba de esa metáfora: yo sentía que el mundo es un laberinto, del cual era imposible huir, pues todos los caminos, aunque fingieran ir al Norte o al Sur, iban realmente a Roma, que era también la cárcel cuadrangular donde agonizaba mi hermano y la quinta de Triste-le-Roy. En esas noches yo juré por el dios que ve con dos caras y por todos los dioses de la fiebre y de los espejos tejer un laberinto en torno del hombre que había encarcelado a mi hermano. Lo he tejido y es firme: los materiales son un heresiólogo muerto, una brújula, una secta del siglo XVIII, una palabra griega, un puñal, los rombos de una pinturería.
         El primer término de la serie me fue dado por el azar. Yo había tramado con algunos colegas —entre ellos, Daniel Azevedo— el robo de los zafiros del Tetrarca. Azevedo nos traicionó: se emborrachó con el dinero que le habíamos adelantado y acometió la empresa el día antes. En el enorme hotel se perdió; hacia las dos de la madrugada irrumpió en el dormitorio de Yarmolinsky. Este, acosado por el insomio, se había puesto a escribir. Verosímilmente, redactaba unas notas o un artículo sobre el Nombre de Dios; había escrito ya las palabrasLa primera letra del Nombre ha sido articulada. Azevedo le intimó silencio; Yarmolinsky alargó la mano hacia el timbre que despertaría todas las fuerzas del hotel; Azevedo le dio una sola puñalada en el pecho.Fue casi un movimiento reflejo; medio siglo de violencia le había enseñado que lo más fácil y seguro es matar... A los diez días yo supe por la Yidische Zaitung que usted buscaba en los escritos de Yarmolinsky la clave de la muerte de Yarmolinsky. Leí la Historia de la secta de los Hasidim; supe que el miedo reverente de pronunciar el Nombre de Dios había originado la doctrina de que ese Nombre es todopoderoso y recóndito. Supe que algunos Hasidim, en busca de ese Nombre secreto, habían llegado a cometer sacrificios humanos... Comprendí que usted conjeturaba que los Hasidim habían sacrificado al rabino; me dediqué a justificar esa conjetura.
         Marcelo Yarmolinsky murió la noche del tres de diciembre; para el segundo “sacrificio” elegí la del tres de enero. Muró en el Norte; para el segundo “sacrificio” nos convenía un lugar del Oeste. Daniel Azevedo fue la víctima necesaria. Merecía la muerte: era un impulsivo, un traidor; su captura podía aniquilar todo el plan. Uno de los nuestros lo apuñaló; para vincular su cadáver al anterior, yo escribí encima de los rombos de la pinturería La segunda letra del Nombre ha sido articulada.
         El tercer “crimen” se produjo el tres de febrero. Fue, como Treviranus adivinó, un mero simulacro. Gryphius-Ginzberg-Ginsburg soy yo; una semana interminable sobrellevé (suplementado por una tenua barba postiza) en ese perverso cubículo de la Rue de Toulon, hasta que los amigos me secuestraron. Desde el estribo del cupé, uno de ellos escribió en un pilar La última de las letras del Nombre ha sido articulada. Esa escritura divulgó que la serie de crímenes era triple. Así lo entendió el público; yo, sin embargo, intercalé repetidos indicios para que usted, el razonador Erik Lönnrot, comprendiera que es cuádruple. Un prodigio en el Norte, otros en el Este y en el Oeste, reclaman un cuarto prodigio en el Sur; el Tetragrámaton —el nombre de Dios, JHVH— consta de cuatroletras; los arlequines y la muestra del pinturero sugieren cuatro términos. Yo subrayé cierto pasaje en el manual de Leusden: ese pasaje manifiesta que los hebreos computaban el día de ocaso a ocaso; ese pasaje da a entender que las muertes ocurrieron el cuatro de cada mes. Yo mandé el triángulo equilátero a Treviranus. Yo presentí que usted agregaría el punto que falta. El punto que determina un rombo perfecto, el punto que prefija el lugar donde una exacta muerte lo espera. Todo lo he premeditado, Erik Lönnrot, para atraerlo a usted a las soledades de Triste-le-Roy.
         Lönnrot evitó los ojos de Scharlach. Miró los árboles y el cielo subdivididos en rombos turbiamente amarillos, verdes y rojos. Sintió un poco de frío y una tristeza impersonal, casi anónima. Ya era de noche; desde el polvoriento jardín subió el grito inútil de un pájaro. Lönnrot consideró por última vez el problema de las muertes simétricas y periódicas.
         —En su laberinto sobran tres líneas —dijo por fin—. Yo sé de un laberinto griego que es una línea única, recta. En esa línea se han perdido tantos filósofos que bien puede perderse un mero detective. Scharlach, cuando en otro avatar usted me dé caza, finja (o cometa) un crimen en A, luego un segundo crimen en B, en 8 kilómetros de A, luego un tercer crimen en C, a 4 kilómetros de A y de B, a mitad de camino entre los dos. Aguárdeme después en D, a 2 kilómetros de A y de C, de nuevo a mitad de camino. Máteme en D, como ahora va a matarme en Triste-le-Roy.
         Para la otra vez que lo mate —replicó Scharlach—, le prometo ese laberinto, que consta de una sola línea recta y que es indivisible, incesante.
         Retrocedió unos pasos. Después, muy cuidadosamente, hizo fuego.



1942

domingo, 30 de agosto de 2015

Para tener en cuenta 1: Diario de escritor

Piglia se cuenta a sí mismo en sus diarios

Sale en septiembre el esperado primer tomo de Los diarios de Emilio Renzi; LA NACION leyó sus páginas y muestra el viaje al nacimiento del escritor

Por Matías Néspolo  | Para LA NACION

A fin de mes, Piglia recibirá el premio Formentor. Foto: Archivo
"Nos vamos pasado mañana. Decidí no despedirme de nadie. Despedirse de la gente me parece ridículo. Se saluda al que llega, no al que se deja de ver. Gané al billar, hice dos tacadas de nueve. Nunca había jugado tan bien. Tenía el corazón helado y el taco golpeaba con absoluta precisión. Pensé que construía las carambolas con el pensamiento...", así comienza la historia con la entrada "Miércoles (diciembre de 1957)" del primer diario. Muchos años después explicaría en clases, conferencias, ensayos o ficciones que sólo se pueden narrar dos cosas: la muerte y el viaje. Y su relato pertenece al segundo grupo porque sin duda es un viaje. Un viaje de 359 páginas sin desperdicio a los orígenes de un universo llamado Ricardo Piglia. El periplo completo incluye otros dos volúmenes futuros, se presume que más de mil páginas en total, y abarca más de medio siglo de escritura ininterrumpida.
Se trata del esperado primer volumen de Los diarios de Emilio Renzi titulado Años de formación -le seguirán Los años felices y Un día en la vida-, que Anagrama publicará en la Argentina a principios de septiembre, días antes del estreno del documental 327 cuadernos, de Andrés Di Tella, sobre el proceso de gestación en libro de ese inabarcable laboratorio de su escritura y cocina autobiográfica de toda su obra conocido como sus diarios. El número preciso de cuadernos negros marca Triunfo, primero, y Congreso, después -"Sus páginas eran una superficie liviana que me ha llevado durante años a escribir en ellas, (...) convocaban a la prosa y al fraseo, como si fuera un pentagrama musical o la pizarra maravillosa de la que hablaba Sigmund Freud"- es otra boutade del Piglia, porque ni siquiera el autor de Plata quemada sabe cuántos conserva en realidad en cajas de cartón.
Los mismos que, al menos desde 2011, selecciona, edita, reescribe y, sobre todo, glosa y expande con el añadido de cuentos inéditos, comentarios y reflexiones desde el presente en un intrincado proceso de redacción. Proceso que cuenta de viva voz Emilio Renzi a sus 73 años desde un bar de Riobamba y Arenales en el maravilloso relato "Canto rodado", que cierra este primer volumen con una puesta en abismo de su propia construcción. Y como la honestidad de la ficción es una garantía perenne en Piglia -"el que habla no existe, aunque el contenido de lo que dice sea real", dice del narrador-, en esa puesta en abismo se revelan detalles concretos, como la identidad de quien mecanografía al dictado el libro (Luisa Fernández) dados los problemas de movilidad y el "embromado", diría Renzi, estado de salud del autor, que padece esclerosis lateral amiotrófica.
La otra vieja broma o guiño es la de su célebre álter ego (su nombre completo es Ricardo Emilio Piglia Renzi), que apareció por primera vez en 1965 como traductor de un cuento de Hemingway y autor del prólogo de la colección de policiales que dirigía entonces y a partir de allí presente en toda su narrativa, desde Respiración artificial (1980) hasta El camino de Ida (2013), porque aquí el desdoblamiento es completo. Es siempre Renzi quien escribe y ensambla "la novela de una vida".

Pero la vieja boutade que conviene tomar en serio es la de que todos sus libros no eran más que un largo rodeo para poder publicar algún día sus diarios. A la vista del primer volumen, está claro que Piglia no bromeaba, y probablemente ésta sea su obra cumbre. Imposible ensayar una definición genérica de Los diarios... porque todos los planos del poliédrico universo Piglia están presentes y se superponen: el teórico de la literatura que escribe ficción, el narrador que hace crítica, el biógrafo de sí mismo que enlaza a ambos mientras borra las fronteras entre cultura de masas y alta literatura o el mitómano que hurga en la verdad de cada acontecimiento, por nimio que sea.
Y lo sorprendente del caso es que esa extraordinaria máquina de narrar, narrarse y pensar la literatura en un solo movimiento de La ciudad ausente ya funcionaba desde el minuto cero. Como botón de muestra va el genial apunte de un precoz Renzi (o Piglia, da igual) un sábado de aquel lejano diciembre de 1957 sobre los emblemáticos personajes de Salinger y Arlt: "Comparar Holden Caulfield y Silvio Astier: los dos tienen dieciséis años (like me), uno se queja, tiene problemas existenciales, quiere irse a vivir solo a un bosque; el otro no tiene plata, roba libros, quiere ser escritor y resistir en la ciudad".
Pero volvamos al comienzo porque la cuestión de fondo de este primer volumen es: "¿Cómo se convierte alguien en escritor, o es convertido en escritor? No es una vocación, a quién se le ocurre, no es una decisión tampoco, se parece más bien a una manía, un hábito, una adicción, si uno deja de hacerlo se siente peor, pero tener que hacerlo es ridículo, y al final se convierte en un modo de vivir (como cualquier otro)". Y la manía de Piglia (o su conversión en Renzi) arranca poco antes de cumplir los 17, con esa entrada en vísperas de la huida de su familia de Adrogué a Mar del Plata, por la persecución política de la que era blanco su padre (un médico sindicalista encarcelado tras la Revolución Libertadora de 1955), y continúa con sus años universitarios en La Plata.
Un viaje iniciático en el que dejan huella las primeras lecturas, la pasión por el cine, amistades como la de Miguel Briante o encuentros con figuras como Borges o Ezequiel Martínez Estrada (que motivaría "Una visita", texto inédito hasta aquí), los primeros amores y las correrías sexuales (incluida su fijación un tanto edípica por las pelirrojas y las mujeres casadas), o la militancia y su evolución desde el rechazo al peronismo paterno, el anarquismo y el trotskismo hasta desembocar en la sociología marxista de su formación como historiador. Y ese viaje a los orígenes de Años de formación culmina no por casualidad en 1967, cuando publica los primeros relatos de La invasión y desaparece el personaje central de esta novela de formación, su abuelo Emilio, veterano de la Primera Guerra de pasado turbio que le costeara los estudios y fuese quien en verdad lo iniciara, con seniles recuerdos, en el arte del relato. "Son como esquirlas, flashes luminosos, perfectos, sin ilación. Así habría que narrar, pienso a veces." Algo que ahora agradece el escritor, que no podrá asistir por razones de salud a Mallorca el próximo 25 de septiembre a la entrega del Premio Formentor de las Letras 2015. Pero la historia continúa: al universo Piglia aún le restan dos entregas, y a juzgar por la primera, las expectativas son abrumadoras.
OTRAS BITÁCORAS ARGENTINAS:
Los diarios no tienen una tradición fuerte en Argentina, pero hay excepciones
En 2014, Abelardo Castillo publicó sus Diarios, que cubren un período que va de 1954 a 1991. Los Diarios de Alejandra Pizarnik aparecieron en 2013 en una edición de Ana Becciu.
Bajo el aspecto de la ficción, Néstor Sánchez incluyó como relato "Diario de Manhattan" en La condición efímera, de 1988.
El escandaloso Borges de Adolfo Bioy Casares, parte de un diario mayor, vio la luz en 2006.
Si, como dijo el propio Piglia, Witold Grombrowicz es un escritor argentino, entonces su llamado Diario argentino merece estar en esta tradición. Es parte de un más extenso y lo publicó, suelto, Sudamericana en 1967.

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martes, 25 de agosto de 2015

Concepto: extrañamiento

El distanciamiento o extrañamiento es un procedimiento a través del cual se desnaturaliza un hecho, un ritual, una práctica, un espacio, etc. de modo que se produzca una mirada que arroje luz crítica sobre él.
Las estrategias a través de las cuales se puede conseguir este efecto objetivante son muchas: hipérbole deformante, ritualización mecánica, cambio de perspectiva,  descripción predominantemente visual sin afectos en juego, etc.

Ejemplos de extrañamiento: 
La metamorfosis de F. Kafka, que mestra el problema de la alienación a través de un espejo deformante donde el hombre es mostrado como un insecto.
El teatro épico de B. Brecht  que busca qu el espectador no haga catársis ni se implique afectivamente en la acción  ( El círculo de tiza caucasiano, Madre coraje, etc.)

Consignas a partir de la novela de Pablo Ramos La ley de la ferocidad

      Consigna 1:

      Entrega martes 24 de agosto o martes 1 de septiembre

Construir una escena de escritura (presente) en torno a un espacio único  que se vea  transformado en la alternancia presente-pasado del relato retrospectivo al que abre esa escena.
La descripción de ese espacio debe ser minuciosa tanto en el presente como en el pasado. Trabajar la duplicación del lugar de modo alterno, hoy/ayer, usando oraciones breves bimembres y mayoritariamente unimembres. El yo que narra debe desdoblarse también en un yo que escribe en el presente y un yo-él que habita el pasado.

Matriz de escritura: "Noticia" de Pablo Ramos, primeros párrafos de la novela La ley de la ferocidad.


Consigna 2

Entrega martes 1 de septiembre o martes 8 de septiembre

Distanciamiento o extrañamiento

Seleccionar una perspectiva natrativa adecuada para objetivar una escena. Describir las acciones de un procedimiento ritualizado, y al mismo tiempo, a modo de intercalación, las características del epacio en que ese procedimiento se lleva a cabo. La idea es tomar distancia y desnaturalizar la escena de modo que pueda verse su carácter mecánico. 

Matriz de escritura: Segmento de la novela de Pablo Ramos en la que describe cómo los empleados de la funeraria se llevan el cadáver de su padre. 

lunes, 24 de agosto de 2015

Perspectiva Narrativa y relato

Perspectiva : punto de vista narrativo, voz y focalización
La perspectivaestá constituida por el punto de vista y la voz a partir de las cuales se narra y el foco narrativo que selecciona el narrador para referir la historia, esto es, el lugar que elige para observar y contar los hechos que dan vida al relato:

a. Punto de vista narrativo: mirada que orienta la perspectiva narativa, puede ser interior (homodiegética) o exterior (heterodiegética) al relato.

a.1 Narrador presente como personaje en la acción o narrador-personaje, se narra la historia desde el interior de la historia.

a.1.1. el héroe cuenta su historia

El protagonista del relato refiere su vida o algunos acontecimientos que ha vivido: narrador protagonista

a.1.2 un testigo cuenta la historia del héroe

Un personaje del relato narra lo que le sucede al protagonista : narrador testigo
a.2 Acontecimientos narrados desde el exterior de la historia, no se trata de un personaje sino de una voz narrativa externa al relato.

a.2.1.. un narrador analista u omnisciente cuenta la historia
Un narrador, que no es personaje del relato, refiere todo lo que sucede y piensan los personajes, reflexionando en torno de los sucesos.
a.2.2. un narrador cuenta la historia desde el exterior

Un narrador, desde fuera del relato, cuenta lo que sucede pero sin dar información sobre los pensamientos de los personajes y sin comentar los sucesos.
Voz : persona que narra, lo más frecuente es el uso de la primera o la tercera persona (tanto en singular o en plurar), menos frecuente es el uso de la segunda.


b. Foco
El foco es el espacio a través del cual se introduce la mirada del narrador para relatar la historia. Hay textos que tienen un solo foco (cuentan los hechos desde un determinado personaje), o no lo tienen, pues se colocan por encima de la historia, y otros que, como la narrativa prismática, utilizan una pluralidad de focos.


1. relato clásico : Es el relato no focalizado o de focalización cero. El narrador sabe más de lo que sabe personaje alguno y sabe todo de todos (sus pensamientos, sus deseos más íntimos, lo que harán , lo que les sucederá o sucedió, etc.). Se llama también visión por detrás (omnisciente), pues es como si se ubicara detrás de la escena narrativa para mirar desde esta perspectiva general y privilegiada todo lo que sucede. Esta visión es la elegida por la mayoría de las novelas del siglo XIX, como Amalia de José Mármol : “Agitada, pálida, no pensaba ya sino en las conversaciones con Daniel relativas a Amalia, en que tantas veces había ponderado su belleza, su talento y la delicadeza de sus gustos. Florencia llegó a su casa a la una y media de la tarde, decidida a referir a su madre cuanto acababa de oír, porque Florencia no había tenido en la vida más amor que el de Daniel, ni más amistad que la de su madre.”


2. relato de focalización interna : El narrador dice lo que sabe determinado personaje. Se denomina narrador con o de campo limitado (equisciente : sabe lo mismo que los personajes ). Esta focalización interna puede ser fija ,siempre desde un personaje (por ejemplo : “No se culpe a nadie” de J. Cortázar), variada, va alternando personajes, o múltiple, presenta las visiones de distintos personajes y sus “versiones diferentes” de los hechos (visión prismática). La piedra lunar de Wilkie Collins es un ejemplo característico de este último tipo de focalización, pues en ella se narra un mismo hecho, el robo de un diamante muy valioso, a partir del testimonio de diferentes personajes.

3. relato con focalización externa : Se lo designa como visión desde afuera. El narrador dice menos de lo que sabe el personaje (información deficiente). Esta forma es la propia del relato objetivo o conductista, y de aquellas narraciones donde sólo se refiere lo que los personajes dicen o hacen. En Los cachorros de Mario Vargas Llosa se emplea esta técnica.

Es importante aclarar que en un mismo texto puede haber distintos focos, según sean las necesidades narrativas, el grado de información que se quiera ofrecer y el efecto que se busque.

Basado en Figuras III de Gerard Genette.

El tiempo en la narración

Tiempo en el relato: 
En todo relato se puede observar una doble presencia del tiempo : existe un tiempo que corresponde a los sucesos referidos (historia) y otro que pertenece al discurso lingüístico (enunciado) por medio del cual esos sucesos son relatados. Esta doble presencia del tiempo es la que explica todas los juegos temporales que se pueden observar en los relatos. Por ejemplo, puede suceder que la infancia y adolescencia de un personaje se cuenten con solo algunas frases y un acontecimiento sumamente breve (subir una escalera) se narre a lo largo de páginas y páginas ; también puede ocurrir que un hecho puntual se narre varias veces y largos períodos temporales no se mencionen en absoluto.

Desde el punto de vista teórico, se denomina tiempo del relato al tiempo del discurso y tiempo de la historia al tiempo correspondiente a los sucesos narrados. Ahora bien, entre estas dos temporalidades se establecen diversas relaciones (de orden, de duración y de frecuencia) que pasaremos a estudiar.


Orden
Para estudiar este aspecto es necesario confrontar el orden a través del cual se disponen los acontecimientos en el discurso con el orden de sucesión de esos mismos hechos en la historia. Tomemos el ejemplo de un texto hipotético para ver con claridad este aspecto :

“ El señor feudal decidió encerrar a su esposa en una torre; tres meses antes una
doncella del palacio la había visto en los brazos de su escudero…”

Cuando se dice “ tres meses antes …”, hay que entender que lo que viene después en el discurso, había sucedido primero en la historia ya que si bien el adulterio se narra posteriormente, en realidad a nivel de la causalidad o lógica de las acciones* sucede primero (el adulterio de la mujer es el que motiva el encierro). A esta diferencia en el orden temporal se la denomina anacronía narrativa ya que es una distorsión temporal el hecho de que lo que se cuente después en el discurso pase primero en la historia.

Discurso: encierro adulterio = Historia: adulterio encierro

Enunciado lingüístico Hechos narrados


Por lo tanto, se puede definir la anacronía narrativa como una discordancia entre el orden de la historia y el orden del relato. Ahora bien, estas anacronías pueden ser retrospectivas cuando se producen con respecto al pasado (se cuenta después lo que sucede primero). En este caso, suelen tener la forma de un “racconto”, relato organizado de lo que sucedió antes, que se introduce a través de algún conector temporal : “unos meses atrás”, “durante su infancia”, etc., o utilizar una técnica que se denomina “flash back” , pantallazo súbito que corta el hilo narrativo para introducir sin previo aviso una escena o secuencia perteneciente al pasado. Muchas veces, este último recurso, se marca con un cambio en la tipografía del texto.

Cuando la anacronía se producen con respecto al futuro, es decir, se cuenta primero lo que sucede después, se la denomina anticipación. Para llevarla a cabo, se puede emplear un recurso que se llama “flash foward” , que es un pantallazo que anticipa de manera más o menos clara los sucesos que ocurrirán en el futuro. Muchas veces, este recurso suele tomar la forma de una visión, un sueño o una adivinación.


Toda anacronía (anticipación o retrospección) es, con respecto al relato en el cual se inserta o injerta, un relato secundario subordinado al primero. Por ejemplo, si en una novela se comienza refiriendo la boda de dos personajes y luego se lleva a cabo un relato retrospectivo de cómo se conocieron, esta última narración depende del relato principal que es el de la boda (relato primero) y puede designarse como un relato segundo de carácter informativo.

Cuando un texto comienza “in media res” , esto es, en la mitad de la historia, se crea la necesidad de insertar uno o más relatos secundarios retrospectivos que expliquen los antecedentes de la historia narrada. En El gaucho Martín Fierro, por ejemplo, se produce esta situación. En efecto, el narrador protagonista comienza a cantar su historia y, como necesita explicar el por qué de su situación actual de gaucho perseguido por la justicia y desertor, debe retroceder hacia el pasado inmediato (racconto) donde se encuentran las raíces de todos sus males.

Por el contrario, muchos relatos en primera persona (novelas de formación, picarescas o biográficas), como Demian de Hermann Hesse, se prestan a la inserción de anticipaciones pues por su carácter retrospectivo (cuentan lo que ya sucedió) el narrador, que desde su posición de adulto narra la historia de su propio crecimiento, está autorizado a hacer alusiones a un porvenir que él ya conoce (anticipaciones), como se puede observar en este ejemplo de la novela antes citada: “hacía tiempo que yo no me comportaba como un buen alumno, tiempo más tarde descubriría que hay caminos por los que Dios puede llevarnos a la soledad y a nosotros mismos. Ese sería el sendero que me conduciría a mí.”

Es importante aclarar que una vez establecidas las anacronías de un texto es necesario interpretar qué función cumplen dentro de él, pues el análisis no puede detenerse en la mera descripción de las discrepancias temporales que se producen entre el tiempo del relato y el de la historia. El manejo del tiempo es siempre parte de la estrategia global de una narración y está subordinado a aspectos estéticos, ideológicos y/o retóricos, es decir, al efecto que se quiere producir sobre el lector. Por ejemplo, en muchas novelas del escritor norteamericano William Faulkner, las continuas retrospecciones tienen como finalidad subrayar hasta qué punto el pasado determina el presente y el futuro de sus personajes. En el caso de nuestro Martín Fierro, es evidente que el relato de su vida pasada sirve para probar las razones de su condición de excluido en un sistema social y político que no le da cabida al gaucho.

En muchas narraciones el relato de sucesos futuros, bajo la forma de sueños o visiones, actúa como anuncio de un destino fatal e ineludible, como sucede en El sueño de los héroes de Adolfo Bioy Casares, con lo cual desde el punto de vista estético se crea un clima saturado de premoniciones :

“Soñó que llegaba a un salón, iluminado con velas, donde había una mesa redonda, muy grande, a la que estaban sentados los héroes, jugando a la baraja. […] Los jugadores se disputaban el derecho a subir al trono, vale decir, a ocupar el puesto principal y de ser considerados el primero de los héroes. […] Gauna advirtió que un camino de alfombbra roja, como la que había, según es fama, en el Royal, llevaba directamente hasta el asiento. Cuando procuraba entender todo esto despertó.[…] Gauna trató de llamar la atención de los muchachos sobre el hecho de que él hubiera soñado con héroes antes de saber que existían y antes de ver las estatuas.”

(Fragmento) El sueño de los héroes, Buenos Aires, Emecé, 5ta. edición, 1989.

Duración
La duración temporal de un texto narrativo se establece a partir de la relación entre lo que dura la historia que se cuenta (un año, un mes, una hora) y la longitud del enunciado narrativo que la refiere, medida en líneas y páginas.

Así en Las mil y una noches se relatan en apenas cuatro líneas los tres años a través de los cuales se fueron reclutando las víctimas del sultán (A lo largo de tres sangrientos años, la despiadada ley impuesta por el monarca se cumplió al pie de la letra. Todas las regiones del reino se llenaron de dolor y espanto porque hasta los más lejanos y ocultos rincones llegaban los enviados del rey para buscar a las jóvenes que habrían de ser ejecutadas después de compartir, tan solo una noche, el tálamo real.) y, por el contrario, el momento en que el visir confía el motivo de su preocupación a Scheherezade (una conversación de no más de media hora en términos de historia) lleva páginas y páginas de desarrollo, pues evidentemente el carácter dramático y clave de esta situación se desea enfatizar en el texto.

La relación de duración entre historia y relato tiene que ver con el desarrollo de un tempo o ritmo narrativo. Ahora bien, este ritmo se logra, al igual que en una pieza musical, a través de cuatro movimientos, esto es, recursos narrativos, fundamentales :

· Elipsis: Es un recurso que consiste en suprimir información no contándola. El uso de esta técnica proporciona una máxima velocidad a la narración pues a través de ella se pueden eliminar, ya que no se mencionan en absoluto, grandes períodos temporales pertenecientes a la historia. Si escribo “Finalizada la guerra de Troya, Ulises regresó a Ítaca”, estoy silenciando diez años en la historia de este personaje y, de este modo, imprimo una máxima velocidad al relato.

· Pausa descriptiva: La detención temporal que supone toda descripción otorga una velocidad mínima al relato. Esto se percibe claramente cuando leemos textos pertenecientes al realismo literario (siglo XIX) como Madame Bovary de Gustave Flaubert, cuya escritura plagada de descripciones resulta, por momentos, de ritmo muy lento para el lector actual.. En este tipo de narraciones la acción parece detenerse a cada momento, pero ello se debe a la importancia decisiva que tienen los indicios de ambiente y personaje en relación con la estética y la ideología del realismo, movimiento que intenta “reflejar la vida con total veracidad y con los métodos de la ciencias positivas” para lo cual emplea recursos que persiguen el “efecto realidad”.

· Escena dialogada ./ Relato sumario: Estos recursos introducen una velocidad intermedia en la narración. El primero de ellos, la escena dialogada (diálogos entre personajes que se incluyen en un relato), tiende, sin embargo, hacia una mayor lentitud que el segundo, relato sumario , que sugiere un ritmo más rápido. Ejemplo de estas técnicas serían el diálogo entre Scheherezade y su padre (escena dialogada) y la referencia a los tres años sangrientos del reinado del sultán ( relato sumario) en Las mil y una noches.

Por lo general, en lo que podríamos denominar el relato clásico, lo más común es una alternancia entre escena dialogada y relato sumario, aunque la elipsis y la pausa descriptiva son muy usadas también.


Frecuencia
Por último, un estudio exhaustivo del manejo del tiempo en un texto narrativo no puede dejar de tener en cuenta la frecuencia narrativa de un relato, que puede tener, como el verbo, dos aspectos* : repetitivo (iterativo) y puntual.

· El aspecto puntual se reconoce cuando en un texto se producen dos situaciones :

Se cuenta una vez lo que ha ocurrido una vez (Ejemplo: “ Juan salió rumbo a China con la certidumbre de que no volvería a ver nunca más ni el cielo ni el sol de su tierra”.


Se refiere una vez lo que ha ocurrido muchas veces (Ejemplo: “Como todos los días, las chicas saludaron a su madre con la mano en alto”.)


· El aspecto iterativo consiste en narrar muchas veces lo que ha ocurrido una sola vez . Este recurso es característico de la narración moderna, pues supone un trabajo obsesivo del discurso que vuelve una y otra vez sobre un hecho puntual de la historia que desea destacar por su importancia significativa. En El extranjero, de Albert Camus, los episodios correspondientes al velatorio y entierro de la madre del protagonista (Mersault) son relatados varias veces, pues la sociedad encuentra en esos hechos la prueba irrefutable de su criminalidad.

También, como en los casos anteriores, es necesario observar cuál es el efecto que se persigue con el empleo de un aspecto iterativo o puntual dentro de un texto narrativo. En la narrativa de William Faulkner, por ejemplo, es frecuente que un hecho del pasado sea narrado obsesivamente. Una de las posibles explicaciones de esta estrategia es que, en sus novelas, los personajes están determinados por el pasado al que vuelven una y otra vez sin poder desprenderse de él, ya que son como fantasmas atrapados por las acciones propias o ajenas ocurridas con anterioridad.
Basado en Figuras III de G. Genette

Recursos del lenguaje para lograr efectos de sentido

Figuras del lenguaje - tropos


Estas son algunas de las figuras y recursos más usados en el discurso literario:

Anáfora: repetición de una misma palabra al comienzo de verso.
Aliteración: repetición notable de un mismo sonido en diversas o en la misma palabra.
Antítesis: contraposición de palabras o de conceptos (“lloran los justos/ gozan los culpables).
Asonancia: repetición notable de vocales en diversas o en la misma palabra (no confundir con rima).
Comparación: figura que traza un simil entre dos construcciones o sentidos unidas por medio de un nexo compartivo (como): “El sol era redondo como un caramelo de miel”.
Cultismo: palabras que han sido tomadas directamente del griego o el latín: “hipogrifo” en lugar de caballo.
Elipsis: supresión de algún elemento gramatical (verbo, sustantivo, etc.) en la oración para volver más oscuro el lenguaje.
Enumeración: acumulación de palabras con efecto intensificador. En literatura todo lo que se repite es significativo.
Hipérbaton: construcción por la cual se desordena el orden sintáctico habitual con el fin de poner en relevancia algún componente de la oración. “A fugitivas sombras, doy abrazos”.
Hipérbole: exageración ( “Érase un hombre a una nariz pegado”)
Ironía: empleo de una expresión con valor contrario al literal, “me encanta que ensucien la ropa recién lavada”.
Metáfora: Procedimiento por el cual se sustituye un elemento real por uno imaginario o poético. Tiene como base una comparación entre dos elementos a la que le falta el nexo comparativo y muchas veces el referente real: “Tus dientes, perlas” (metáfora impura); “Las perlas de tu boca” (metáfora pura).
Metonimia: desplazamiento que se produce entre dos elementos contiguos que no pertenecen al mismo ser u objeto. Dos operaciones son propias de la metonimia: nombrar el continente en lugar del contenido (la Casa Rosada emitió un comunicado) o el efecto en lugar de la causa (las olas crujen bajo el muelle).
Neologismos: palabras de invención novedosa: “archipobre”.
Oxímoron: relación entre dos elementos antitéticos (“oscura claridad”) que intensifica la significación de ambos miembros del binomio.
Paradoja: contradicción conceptual: “cuchillo sin hoja al que le falta el mango”.
Paralelismo: versos que tienen una construcción sintáctica similar (“con el pico cortaba la rama/ con la rama cortaba la flor”).
Quiasmo: se repite la relación entre dos palabras pero en forma invertida: “hay que comer para vivir y no vivir para comer”.
Sinécdoque: recurso que consiste en nombrar la parte por el todo: “dos ojos avanzaron hacia mí”.
Zeugma: coordinación gramatical de dos palabras pertenecientes a universos semánticos diferentes: “vestidos de andrajos y desalientos”